Sobre la gestión de proyectos con GTD, una parte fundamental de la planificación natural consiste en definir las tareas a realizar mediante una técnica llamada lluvia de ideas. Básicamente, una lluvia de ideas consiste en dedicar un tiempo a pensar en todas aquellas cosas que tendremos que tener en cuenta para llevar a cabo el proyecto, sin importar el orden o lo descabelladas que puedan parecer. En definitiva, se trata de recopilar tanta información como podamos, para luego filtrarla y ordenarla en un plan de proyecto.
El problema que se presenta es cómo recogerlas esas ideas de una forma que resulte útil. Hay que tener en cuenta que, en una lluvia de ideas, estas surgen de forma desordenada, por lo que los métodos tradicionales, como las listas en papel, no son muy efectivas. Necesitamos una técnica que nos permita registrar todas esas ideas de forma organizada, no importa cuántas o cuán aleatoriamente surjan.
Pues bien, actualmente la técnica más utilizada para recoger ideas aleatorias es el llamado mapa mental, un término acuñado por el matemático, lingüista y psicólogo británico Tony Buzan (sí, el mismo que desarrolló el método de lectura rápida que pienso utilizar para alcanzar las mil palabras por minuto). Un mapa mental no es más que una representación visual de un conjunto de ideas relacionadas, en forma arborescente, en la que se puede (y se debe) utilizar todo tipo de recursos gráficos, como dibujos, colores, líneas, nubes de agrupación, etc. Pero, ¿cómo funciona exactamente?
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